lunes, 23 de abril de 2012

Día del Libro

Como todos los años, hoy empezará la lectura de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha en muchos lugares del mundo, para celebrar el Día del Libro y recordar a Miguel de Cervantes

¿Quién no recuerda la primera frase, del capítulo I de la novela?: "En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor".....

Esta es una costumbre bonita y yo, creo que casi todos los años que puedo recordar, he procurado al menos "recitar" esta primera frase o leer algún capítulo de los que más me gustan. Nunca me he animado a ir a hacerlo en público.

Sin embargo, si tengo un recuerdo muy vivo de mi infancia, de mi primer colegio, una "escuela unitaria" o sea un aula compartida por niñas de diferentes edades desde los seis hasta los catorce años, de la que se iban marchando las alumnas que empezaban el bachillerato a los diez.

Pues bien, en mi clase de Doña Teresa, uno de los libros de lectura era El Quijote, en versión para niños, así que esa lectura compartida que tenías que seguir con toda atención o te mandaban al último lugar de la fila si te equivocabas o te perdías, la hacíamos casi a diario y cuando se acababa el libro, volvíamos a empezar.



Así que hoy, además de contar a mis nietos otra historia de mi niñez, he pensado que voy a romper la tradición y voy a invitar a la lectura de otros dos libros, que cuento entre mis novelas favoritas.



La Regenta, de Leopoldo Alas "Clarín", se publicó en 1884 y comenzaríamos la lectura ....


"La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el norte".... "Vetusta, la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo, hacía la digestión del cocido y de la olla podrida, y descansaba oyendo entre sueños el monótono y familiar zumbido de la campana de coro, que retumbaba allá en lo alto de la esbelta torre en la Santa Basílica"......


(Homenaje de la ciudad de Oviedo (Vetusta) al personaje de La Regenta), (Fot. Guada)


Otra novela a la que os invito a disfrutar de su lectura es Fortunata y Jacinta (Dos historias de casadas) de Benito Pérez Galdós, publicada en cuatro tomos entre enero y junio de 1887.


..."Juanito no pecaba de corto, y al ver a la chica y observar lo linda que era y lo bien calzada que estaba, diéronle ganas de tomarse confianzas con ella.
¿Vive aquí - le preguntó- el señor de Estupiñá?
¿Don Plácido?.. En lo más último de arriba -contestó la joven, dando algunos pasos hacia fuera.
Y Juanito pensó: "Tu sales para que te vea el pie, buena bota.." Pensando esto advirtió que la muchacha sacaba del mantón una mano con mitón encarnado y que se la llevaba a la boca. La confianza se desbordaba del pecho del joven Santa Cruz, y no pudo por menos de decir:
-¿Qué come usted, criatura?
-¿No lo ve usted? -replicó mostrándoselo-. Un huevo.
-¡Un huevo crudo!...."(Parte 1: 3,4)



..."Jacinta no se convencía. Quería canarios de alcoba a todo trance, aunque salieran raquíticos y feos; aunque luego fueran traviesos, enfermos y calaveras; aunque de hombres la mataran a disgustos. Sus dos hermanas mayores parían todos los años, como su madre. Y ella nada, ni esperanzas. Para mayor contrasentido, Candelaria que estaba casada con un pobre, había tenido dos de un vientre. ¡Y ella, que era rica,  no tenía ni siquiera medio!...Dios estaba ya chocho sin duda"... (Parte 1: 6,1)


Si alguien se anima, seguro que lo va a pasar muy bien. Vale la pena adentrarse en Vetusta, con Ana Ozores o callejear por el Madrid de los Austrias, con Fortunata o con Jacinta

Feliz día del libro
Abuela Ana

miércoles, 11 de abril de 2012

Ahora lo veo más claro

Hoy quiero poner aquí fotografías de cosas con muchos colores.

Hace unos días me han hecho una operación de cataratas (la primera) y he recuperado los colores que nos rodean y la nitidez de las imágenes. Aunque recuperaré más, después de la segunda intervención, ya estoy muy contenta con los resultados.


Tengo que reconocer que me daba un poquito de miedo, pero todas las personas conocidas que habían pasado por esto me decían que me iba a alegrar enseguida y así ha sido.

Aún no puedo sentarme a leer intensamente porque sigo poniéndome gotas y no estoy cómoda, pero esto pasará en unos días.

Ahora puedo verlo todo claro y también con "la pátina del tiempo" a la vez. Es cuestión de alternar el ojo con el que miro. O sea es como lo de las dos Giocondas, una clara y luminosa y la otra como a través de un velo.



Bueno hoy estoy aquí para que no os olvidéis de mi. También para animar a quien esté pensando si operarse o no, a que lo haga. Es fantástico volver a casa, mirar por la ventana y descubrir que esa luz verde que veías por la noche en las casas de enfrente es en realidad un letrero que pone H. HOLIDAY INN. ¡Qué cosas!

También quiero dar las gracias al Dr. Marasescu, de la F. Jiménez Díaz, que me transmitió tranquilidad durante la intervención y está siguiendo mi postoperatorio.

Hasta pronto
Abuela Ana

jueves, 5 de abril de 2012

El lector de Julio Verne. Episodios de una guerra interminable

Acabo de terminar de leer la segunda entrega de Almudena Grandes de sus Episodios de una guerra interminable, El lector de Julio Verne.

El año pasado disfruté muchísimo con la lectura de Inés y la alegría, primera entrega de estos "episodios nacionales" que nos va a ir dosificando Almudena Grandes, hasta completar seis títulos. Es una novela que me hizo reir, me emocionó, me hizo tener curiosidad por conocer más la realidad de la posguerra española , y sobre todo, me confirmó una vez más lo bien que sabe contar historias la autora.


El lector de Julio Verne está protagonizada por un niño de nueve años, Nino, hijo de un guardia civil, destinado en la sierra sur de la provincia de Jaén, al que todos en el pueblo llaman "el canijo" porque es bajito para su edad.

Almudena Grandes nos cuenta esta historia a través de los ojos y, sobre todo, de los oídos de este niño que en su vivienda de la casa cuartel escucha, a través de los finos tabiques, lo que hablan sus padres en la cocina en voz baja y también, los gritos y golpes en las noches de redada e interrogatorios en el cuartel.

En el pueblo muchas familias tienen a alguno de sus miembros en el monte, huyendo de las represalias de los vencedores de la guerra e integrados en lo que se llamó la guerrilla o el maquis, y cuando se escuchan tiros en la sierra, por la noche hay jaleo en el cuartel.

Los pueblos que aparecen en la novela existen en el mapa y los personajes, con sus apodos o motes, están perfectamente integrados en el paisaje.

Basada en la historia, real, de la detención y muerte de dos guerrilleros famosos en la zona, llamados Cencerro y Crispín, el desarrollo de la novela va creciendo junto a los sentimientos confusos de Nino sobre lo que está pasando a su alrededor y, sobre todo, en el ambiente de la casa cuartel en la que viven todos los guardias con sus familias.

La presencia de un personaje clave en la vida del pequeño Nino "el canijo", es un campesino, llamado Pepe el Portugués, molinero en un cortijo de la sierra, con el que el niño entabla una curiosa amistad que le hará crecer, moral y físicamente,  y le enseñará a mirar con ojos distintos a sus vecinos del cuartel y a lo que pasa en el pueblo.

No voy a seguir escribiendo más sobre El lector de Julio Verne, vale la pena ir descubriendo página a página la novela, pero a lo que no quiero renunciar es a contar lo que ha significado para mi esta lectura.

Mis padres eran de la provincia de Jaén y aunque en mi infancia había cosas de las que no se hablaba,  yo he procurado enterarme de las historias de mi familia y estos días con Nino he recordado a mi padre y mis tios hablando, con medias palabras, de un primo que había estado en la sierra..., de un vecino que se había ido a vivir a Francia..., de la mujer de fulano, que se quedó con cuatro criaturas y hubo que arrimar el hombro... ¡Hay tantas historias por contar!.

Luego he tenido una extraña sensación al pensar que el l7 de julio de 1947, el día clave en la novela, yo estaba con mi madre y mi hermana pasando las fiestas de su pueblo, Bailén, (el 19 de julio fue la batalla contra los franceses), en casa de mi abuela Ana, "Madreanica" como la llamábamos todos. Yo tenía 4 años y estaba allí, cerquita, a no muchos km. de Fuensanta de Martos.

-Almudena Grandes- haz el favor de no hacernos esperar mucho con las siguientes entregas de tus Episodios de una guerra interminable. ¿Para cuándo las bodas de Manolita?.

Bueno pues eso, todo está en los libros y hay que leer para aprender y para recordar.
Abuela Ana

domingo, 1 de abril de 2012

Semana Santa. Para mis nietos

Hoy empieza la Semana Santa. Es Domingo de Ramos y me apetece mucho contaros a vosotros como era la que yo vivía cuando tenía más o menos vuestra edad, allá por los años 50 del siglo pasado.

Si, una batallita de la abuela, pero he pensado que si os cuento cosas aquí en el blog quizá os interesen más que si lo hago alrededor de la mesa de la merienda.

El día que más me gustaba era el Domingo de Ramos porque, según la tradición "el que no estrena no tiene manos" y a mi siempre me hacía o me compraba algo mi madre. Una chaqueta de punto, tejida deprisa y corriendo, un vestido nuevo o en el peor de los casos unos calcetines bonitos. Lo importante era estrenar algo.

Después, por la mañana temprano, mi padre iba a buscar unas ramas de olivo, de las que traían en camiones para repartir y vender por todas las iglesias de Madrid y nos preparaba un atado bonito a mi hermana y a mi para llevar a la bendición de los ramos, en la misa dominical. Luego esos ramos se conservaban en la casa hasta que poco a poco las hojas se secaban y solo quedaba la rama pelada. A veces íbamos a ver la procesión de la entrada de Jesús en Jerusalén, en la que las autoridades llevaban enormes palmas traídas de Elche para la ocasión.


La procesión de las palmas

Luego empezaba una semana que a mi me parecía de lo más triste y aburrida. La programación de la radio cambiaba totalmente y dejaban de emitir música que no fuera religiosa o la llamada música clásica. Había un programa, sobre todo, que a mi no me gustaba nada, lo hacía un sacerdote, el Padre Venancio Marcos casi siempre, y se llamaba Las siete palabras. Más de una bronca me llevaba yo por empezar a charlar o canturrear mientras mi madre y mi hermana lo escuchaban.

Tampoco podía ir al cine, bueno si podía, pero las películas eran igualmente especiales para la ocasión. Vidas de santos, La canción de Bernardette, El beso de judas.... Aún faltaban unos años para que empezaran a llegar las grandes películas "de romanos" en tecnicolor.



Jennifer Jones, en el papel de Bernardette

 Los días más importantes eran el Jueves y el Viernes. Esos días mi madre hacía comida especial, de vigilia ( no se podía comer carne, ni embutidos), aunque realmente sólo era obligatorio el viernes, y preparaba algunas cosas muy ricas: bacalao con tomate, habas encebolladas, ensaladilla rusa, boquerones en vinagre.. y de postre las torrijas. Era una comida que podía estar preparada antes y así las mujeres podían ir a los Oficios religiosos sin prisa por volver a la cocina. Mi madre era andaluza y creo que de allí venía esa costumbre.

Las mujeres mayores y muchas jóvenes se vestían de negro, con peineta alta y mantilla, para recorrer siete iglesias distintas y rezar las oraciones de la liturgia de esos días. Era muy bonito ver el ir y venir de las señoras, todas muy guapas y a veces en grupos de amigas o acompañadas por algún caballero también muy arreglado. A los niños se nos dejaba un poco a nuestro aire pero sin molestar, aunque teníamos la obligación de seguir la liturgia, sobre todo después de haber hecho la Primera Comunión.

Con un poco de suerte, a la puerta de alguna de las iglesias visitadas, nos compraban una tira de estampas, doblada como una acordeón, de las imágenes de la Pasión de Jesús o ya el colmo de la suerte era que nos compraran una carraca o matraca, para tocar al paso de las procesiones.

(Volteando el mango hace un ruído sordo y seco muy característico)
 Mi padre solía llevarme a ver alguna procesión de las que salían por la tarde y a mi, aunque me gustaba ir, me producía un poco de repelús el paso de los penitentes, con sus túnicas y sus capirotes altos y sobre todo no me gustaba nada cuando veía que alguno llevaba los pies descalzos y cadenas atadas en los pies para cumplir alguna promesa hecha al Cristo de Medinaceli, por ejemplo, que era el paso que más penitentes llevaba siempre detrás. También recuerdo un año que, en la Puerta del Sol, la policía armada  a caballo terminó tirando al suelo a gente que se agolpaba para ver la procesión. Mi padre me sacó de allí medio en brazos y nos fuimos a casa.



Luego llegaba el Sábado de Gloria (ahora es el Domingo de Resurrección) y todo cambiaba: en los cines de la Gran Vía estrenaban las nuevas películas, los Teatros volvían con todo su espectáculo y era como si una ciudad que había estado una semana en blanco y negro, recobrara todos los colores de una vez.

Y ahora me preguntaréis ¿y qué tenía de especial tu Semana Santa? ¿ahora no es igual?.

Pues la diferencia fundamental es que cuando yo era como vosotros todo era, ¿como os diría ?, pues obligatorio. Es lo que había que hacer y no había muchas opciones distintas. Se imponía la programación en la radio, se limitaban las películas que podían proyectar los cines, las obras de teatro que se podían representar, la música que se podía escuchar, se controlaban los horarios de todo tipo de espectáculos y se cerraban totalmente el jueves y el viernes los comercios.

Ahora puedes pasar una semana de vacaciones escogiendo lo que prefieras hacer. Si quieres vivir intensamente la Semana Santa pues vas a la iglesia, a las procesiones a ver las maravillosas imágenes de los pasos que tenemos en cualquier lugar de España. Y si te apetece disfrutar del mar o la montaña o viajar a lugares divertidos o simplemente descansar en el campo, pues lo haces también tranquilamente.

Felices vacaciones chicos y no os olvidéis de repasar las cosas de clase y sobre todo de que hoy, que es el 1 de abril, es el cumpleaños de vuestra
Abuela Ana