De Mary Ann Shaffer, su autora no conocía nada, pero el título me hizo gracia, La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey, empecé a leerla y me enganchó desde las primeras páginas.
Es una novela epistolar, como la Pepita Jiménez de Juan Valera, que nos hacían estudiar en el bachillerato. Eso de entrada puede no gustar, pero lo cierto es que a las pocas páginas te olvidas y las cartas están tan bien enlazadas que la historia fluye y solo sigues el "diálogo" entre los diversos protagonistas.
La historia, empieza en Londres en 1946, cuando una escritora, Julieth Ashton, que ha estado escribiendo una columna en un periódico londinense durante la segunda guerra mundial, recibe una carta de un desconocido que ha encontrado su dirección anotada en un libro de segunda mano, que al parecer le perteneció. El remitente desea saber si le puede dar más información sobre el autor, y le cuenta que pertenece a una sociedad literaria surgida durante la ocupación alemana en una de las islas del Canal de la Mancha.
Julieth, que está buscando nuevos temas para su columna periodística decide conocer a los habitantes de la isla y a los integrantes de esa curiosa Sociedad literaria.... Al principio a través de correspondencia y poco a poco viviendo sus costumbres, historias recientes, historias pasadas y el carpe diem, al que hace referencia varias veces a lo largo de la novela. Al final decide que su próxima novela sea sobre la creadora de la Sociedad literaria ......
Confieso mi total ignorancia sobre la existencia de las islas de el Canal, lo que significaron para los alemanes durante la guerra mundial y también para sus habitantes durante los años de ocupación. Espero tener ocasión de conocer algo más.
La novela me ha encantado porque, como siempre que algo me gusta, he encontrado muchas cosas que me recordaban vivencias propias. Nuestro grupo de lectura de los jueves, al que los camareros del hotel donde nos reuníamos llamaban El círculo de lectoras, tenía mucho de La sociedad literaria.... Poníamos en común la lectura de un libro pero, cada tarde también poníamos en común nuestros problemas, nuestras alegrías, las vivencias de cada una...
Va a ser difícil que nos podamos reunir de nuevo algo más que una tarde de vez en cuando, porque han sido muchos años y el grupo cada vez se ha ido haciendo más pequeño, pero también va a ser muy difícil que olvidemos todo lo que esas reuniones nos han aportado. Lo que hemos aprendido, lo que nos hemos reído y también lo que en algunas ocasiones hemos llorado.
Nuestra sociedad no hacía pastel de piel de patata, pero a veces nos montábamos unos "picnics" extras celebrando cumpleaños, santos, bodas de hijos o lecturas gloriosas que eran una auténtica gozada. Recuerdo aquellos mojitos después de haber leído Muerte de un murciano en La Habana, de Teresa Dovalpage; o las infusiones con chorrito de auténtica Cachaça traída desde Sao Paulo en nuestra puesta en común de Doña Flor y sus dos maridos, de Jorge Amado. Y qué contar de las tardes en que Paloma aportaba a la merienda unos canapés de Lhardy, auténtico lujo, que nos podíamos permitir por sus lazos familiares con el famoso restaurante.
Espero que nadie se enfade por poner aquí una de las fotografías a las que más cariño tengo. Nuestra joven y guapa profe la puso hace años en facebook y tuvo algún comentario sobre la edad media de sus amigas. Ella les contestó que estaba rodeada de auténticas señoras. Muchas gracias Koro por la parte que me corresponde.
Es un cariñoso homenaje a la amistad. Y a unas chicas muy listas.
(Fue una tarde dedicada a Cortázar) |
Al igual que a los habitantes de Guernsey les quedó el gusanillo por la lectura a nosotras también y, aunque no nos veamos a menudo, nos seguimos recomendando libros a través del correo. Estos correos no son tan bonitos como las cartas que traía el cartero con su sobre cerrado, sus sellos y sus matasellos pero hay que reconocer que son muchísimo más rápidos.
Os recomiendo también un paseo por el Paseo de Recoletos, está la Feria del libro de ocasión y ¿Quién sabe?, a lo mejor compráis un libro de segunda mano con una dirección anotada en su interior y podéis vivir una historia preciosa como la contada por Mary Ann Shafer y su sobrina Annie Barrows.
Abuela Ana