Pronto pedirán permiso para salir con sus amigos de marcha, querrán asistir a conciertos de sus cantantes favoritos, empezar el año nuevo en una fiesta.... y, la verdad, lo que ha ocurrido en Madrid ha dejado al descubierto muchas cosas feas como: el ánimo de lucro de los organizadores, la improvisación, la falta de rigor en las inspecciones de los lugares en los que se celebran esos eventos, la necesidad de personal de seguridad cualificado y sobre todo, ese ir y venir de mano en mano de la patata caliente de la responsabilidad.
Voy a cumplir pronto setenta años y os aseguro que cuando escuché el otro día decir a la alcaldesa de mi ciudad, Madrid, que a partir de ahora se prohibían ese tipo de fiestas, porque, dejaba entender que, la culpa de todo era de las propias víctimas (mucho ruído -música-, multitud, calor, alcohol...), me pareció ir hacia atrás por el tunel del tiempo hasta la época de mi juventud en la que hasta un guateque, con la madre de quien lo organizaba sentada en medio del salón, era motivo para tener que ir a confesarse por lo pecaminoso de la fiesta.
En mi adolescencia y juventud el verbo prohibir se conjugaba muy a menudo.
La reacción de la alcaldesa me pareció tan de andar por casa, tan paternalista, que sentí vergüenza ajena.
- Como os habéis portado mal, se acabaron las fiestas-. Para un político ¿es más fácil prohibir que hacer cumplir las normas, pedir responsabilidades, castigar a los culpables y garantizar que algo así no pueda volver a suceder?. Pues parece que sí.
(Viñeta de El Roto, 9 de noviembre de 2012, El País) |
Yo no se en qué terminará este asunto. Nadie podrá devolver a su casa a ninguna de las chicas que han perdido su vida en un día que iba a ser de fiesta, pero quiero pensar que, de ahora en adelante, los responsables de autorizar la reunión de miles de personas para celebrar fiestas o asistir a un concierto, revisen con una lupa hasta el último detalle y no pasen por alto ni un solo aspecto que pueda ser motivo de que esta tragedia se repita.
Me gustaría dentro de poco, cuando mis nietos me digan que se van de fiesta, poder decirles con una gran sonrisa que lo pasen muy bien y que me cuenten como ha sido la fiesta, al día siguiente.
Abuela Ana
Lo realmente espantoso es que pasará el tiempo y no veremos una condena ejemplar para el responsable o responsables del fallecimiento de estas cuatro criaturas y no escarmentamos, una multa y se van de rositas.
ResponderEliminarMamen