Acabo de terminar de leer la segunda entrega de Almudena Grandes de sus Episodios de una guerra interminable, El lector de Julio Verne.
El año pasado disfruté muchísimo con la lectura de Inés y la alegría, primera entrega de estos "episodios nacionales" que nos va a ir dosificando Almudena Grandes, hasta completar seis títulos. Es una novela que me hizo reir, me emocionó, me hizo tener curiosidad por conocer más la realidad de la posguerra española , y sobre todo, me confirmó una vez más lo bien que sabe contar historias la autora.
El lector de Julio Verne está protagonizada por un niño de nueve años, Nino, hijo de un guardia civil, destinado en la sierra sur de la provincia de Jaén, al que todos en el pueblo llaman "el canijo" porque es bajito para su edad.
Almudena Grandes nos cuenta esta historia a través de los ojos y, sobre todo, de los oídos de este niño que en su vivienda de la casa cuartel escucha, a través de los finos tabiques, lo que hablan sus padres en la cocina en voz baja y también, los gritos y golpes en las noches de redada e interrogatorios en el cuartel.
En el pueblo muchas familias tienen a alguno de sus miembros en el monte, huyendo de las represalias de los vencedores de la guerra e integrados en lo que se llamó la guerrilla o el maquis, y cuando se escuchan tiros en la sierra, por la noche hay jaleo en el cuartel.
Los pueblos que aparecen en la novela existen en el mapa y los personajes, con sus apodos o motes, están perfectamente integrados en el paisaje.
Basada en la historia, real, de la detención y muerte de dos guerrilleros famosos en la zona, llamados Cencerro y Crispín, el desarrollo de la novela va creciendo junto a los sentimientos confusos de Nino sobre lo que está pasando a su alrededor y, sobre todo, en el ambiente de la casa cuartel en la que viven todos los guardias con sus familias.
La presencia de un personaje clave en la vida del pequeño Nino "el canijo", es un campesino, llamado Pepe el Portugués, molinero en un cortijo de la sierra, con el que el niño entabla una curiosa amistad que le hará crecer, moral y físicamente, y le enseñará a mirar con ojos distintos a sus vecinos del cuartel y a lo que pasa en el pueblo.
No voy a seguir escribiendo más sobre El lector de Julio Verne, vale la pena ir descubriendo página a página la novela, pero a lo que no quiero renunciar es a contar lo que ha significado para mi esta lectura.
Mis padres eran de la provincia de Jaén y aunque en mi infancia había cosas de las que no se hablaba, yo he procurado enterarme de las historias de mi familia y estos días con Nino he recordado a mi padre y mis tios hablando, con medias palabras, de un primo que había estado en la sierra..., de un vecino que se había ido a vivir a Francia..., de la mujer de fulano, que se quedó con cuatro criaturas y hubo que arrimar el hombro... ¡Hay tantas historias por contar!.
Luego he tenido una extraña sensación al pensar que el l7 de julio de 1947, el día clave en la novela, yo estaba con mi madre y mi hermana pasando las fiestas de su pueblo, Bailén, (el 19 de julio fue la batalla contra los franceses), en casa de mi abuela Ana, "Madreanica" como la llamábamos todos. Yo tenía 4 años y estaba allí, cerquita, a no muchos km. de Fuensanta de Martos.
-Almudena Grandes- haz el favor de no hacernos esperar mucho con las siguientes entregas de tus Episodios de una guerra interminable. ¿Para cuándo las bodas de Manolita?.
Bueno pues eso, todo está en los libros y hay que leer para aprender y para recordar.
Abuela Ana
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