domingo, 1 de abril de 2012

Semana Santa. Para mis nietos

Hoy empieza la Semana Santa. Es Domingo de Ramos y me apetece mucho contaros a vosotros como era la que yo vivía cuando tenía más o menos vuestra edad, allá por los años 50 del siglo pasado.

Si, una batallita de la abuela, pero he pensado que si os cuento cosas aquí en el blog quizá os interesen más que si lo hago alrededor de la mesa de la merienda.

El día que más me gustaba era el Domingo de Ramos porque, según la tradición "el que no estrena no tiene manos" y a mi siempre me hacía o me compraba algo mi madre. Una chaqueta de punto, tejida deprisa y corriendo, un vestido nuevo o en el peor de los casos unos calcetines bonitos. Lo importante era estrenar algo.

Después, por la mañana temprano, mi padre iba a buscar unas ramas de olivo, de las que traían en camiones para repartir y vender por todas las iglesias de Madrid y nos preparaba un atado bonito a mi hermana y a mi para llevar a la bendición de los ramos, en la misa dominical. Luego esos ramos se conservaban en la casa hasta que poco a poco las hojas se secaban y solo quedaba la rama pelada. A veces íbamos a ver la procesión de la entrada de Jesús en Jerusalén, en la que las autoridades llevaban enormes palmas traídas de Elche para la ocasión.


La procesión de las palmas

Luego empezaba una semana que a mi me parecía de lo más triste y aburrida. La programación de la radio cambiaba totalmente y dejaban de emitir música que no fuera religiosa o la llamada música clásica. Había un programa, sobre todo, que a mi no me gustaba nada, lo hacía un sacerdote, el Padre Venancio Marcos casi siempre, y se llamaba Las siete palabras. Más de una bronca me llevaba yo por empezar a charlar o canturrear mientras mi madre y mi hermana lo escuchaban.

Tampoco podía ir al cine, bueno si podía, pero las películas eran igualmente especiales para la ocasión. Vidas de santos, La canción de Bernardette, El beso de judas.... Aún faltaban unos años para que empezaran a llegar las grandes películas "de romanos" en tecnicolor.



Jennifer Jones, en el papel de Bernardette

 Los días más importantes eran el Jueves y el Viernes. Esos días mi madre hacía comida especial, de vigilia ( no se podía comer carne, ni embutidos), aunque realmente sólo era obligatorio el viernes, y preparaba algunas cosas muy ricas: bacalao con tomate, habas encebolladas, ensaladilla rusa, boquerones en vinagre.. y de postre las torrijas. Era una comida que podía estar preparada antes y así las mujeres podían ir a los Oficios religiosos sin prisa por volver a la cocina. Mi madre era andaluza y creo que de allí venía esa costumbre.

Las mujeres mayores y muchas jóvenes se vestían de negro, con peineta alta y mantilla, para recorrer siete iglesias distintas y rezar las oraciones de la liturgia de esos días. Era muy bonito ver el ir y venir de las señoras, todas muy guapas y a veces en grupos de amigas o acompañadas por algún caballero también muy arreglado. A los niños se nos dejaba un poco a nuestro aire pero sin molestar, aunque teníamos la obligación de seguir la liturgia, sobre todo después de haber hecho la Primera Comunión.

Con un poco de suerte, a la puerta de alguna de las iglesias visitadas, nos compraban una tira de estampas, doblada como una acordeón, de las imágenes de la Pasión de Jesús o ya el colmo de la suerte era que nos compraran una carraca o matraca, para tocar al paso de las procesiones.

(Volteando el mango hace un ruído sordo y seco muy característico)
 Mi padre solía llevarme a ver alguna procesión de las que salían por la tarde y a mi, aunque me gustaba ir, me producía un poco de repelús el paso de los penitentes, con sus túnicas y sus capirotes altos y sobre todo no me gustaba nada cuando veía que alguno llevaba los pies descalzos y cadenas atadas en los pies para cumplir alguna promesa hecha al Cristo de Medinaceli, por ejemplo, que era el paso que más penitentes llevaba siempre detrás. También recuerdo un año que, en la Puerta del Sol, la policía armada  a caballo terminó tirando al suelo a gente que se agolpaba para ver la procesión. Mi padre me sacó de allí medio en brazos y nos fuimos a casa.



Luego llegaba el Sábado de Gloria (ahora es el Domingo de Resurrección) y todo cambiaba: en los cines de la Gran Vía estrenaban las nuevas películas, los Teatros volvían con todo su espectáculo y era como si una ciudad que había estado una semana en blanco y negro, recobrara todos los colores de una vez.

Y ahora me preguntaréis ¿y qué tenía de especial tu Semana Santa? ¿ahora no es igual?.

Pues la diferencia fundamental es que cuando yo era como vosotros todo era, ¿como os diría ?, pues obligatorio. Es lo que había que hacer y no había muchas opciones distintas. Se imponía la programación en la radio, se limitaban las películas que podían proyectar los cines, las obras de teatro que se podían representar, la música que se podía escuchar, se controlaban los horarios de todo tipo de espectáculos y se cerraban totalmente el jueves y el viernes los comercios.

Ahora puedes pasar una semana de vacaciones escogiendo lo que prefieras hacer. Si quieres vivir intensamente la Semana Santa pues vas a la iglesia, a las procesiones a ver las maravillosas imágenes de los pasos que tenemos en cualquier lugar de España. Y si te apetece disfrutar del mar o la montaña o viajar a lugares divertidos o simplemente descansar en el campo, pues lo haces también tranquilamente.

Felices vacaciones chicos y no os olvidéis de repasar las cosas de clase y sobre todo de que hoy, que es el 1 de abril, es el cumpleaños de vuestra
Abuela Ana

4 comentarios:

  1. Muchísimas felicidades Ana y muchas gracias por esta entrada, me ha encantado leerla, ( y, además, no sabía que una de las abuelas de Guada era andaluza). Me dan mucha envidia tus nietos, yo no he tenido abuelas, pero me habría encantado que una de ellas me contase cosas desde un blog, que lo mismo fuese capaz de hablarme de libros y de viajes que de hacerme las mejores torrijas.
    Un abrazo.
    Mamen

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    1. Muchas gracias por tu felicitación.
      Espero verte pronto por la Villa y Corte.
      Besos

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  2. Bueno, algunas teles de ahora no desmerecen a la radio de los 50... ¿Qué es una Semana Santa sin Ben-Hur o sin Los diez mandamientos?...
    La verdad es que ahora sólo se piensa en a dónde irse los días de fiesta y poco más. Las fiestas religiosas no están muy bien vistas, aunque luego los que se quejan son los primeros en irse de puente.
    Pero al margen de la religión hay muchas costumbres que no se pueden perder. El año que viene me apunto al taller de torrijas que le hiciste a Alejandra para no perder el toque familiar.

    Y otra vez... feliz cumpleaños :-)
    No te canto, que ya te cantó Parchís ayer :-P

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  3. A mi otra costumbre de Semana Santa a la que me estoy aficionando mucho más que a las procesiones y a las pelis de romanos es al Mojete (http://goo.gl/MUZdb)

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