miércoles, 9 de abril de 2014

Más sobre Las tres bodas de Manolita. Tres libros con un verso en el título.

Cuando escribí la entrada anterior, minutos después de haber terminado de leer la novela de Almudena Grandes, creo que hablé más de mis propios recuerdos que del libro.

No me gusta contar el argumento de mis lecturas aquí en el blog porque, a veces, a mi me ha pasado que buscando información sobre algún libro me han chafado totalmente la historia.

Pero me siento en deuda con los personajes, con esos hombres y mujeres que forman la historia coral que es Las tres bodas de Manolita.

En el último capítulo, la autora incluye un censo muy bien ligado a los capítulos anteriores. Hay de todo, lo mejor y lo peor de cada casa.

Si la acción de la novela transcurre en "tiempos muy... muy revueltos", los personajes son unos supervivientes.

En el taller de literatura al que asistía hasta hace poco, la profesora nos decía al poner un libro en común que ¿cómo se lo contarías a un marciano que pasara por aquí?. Si le tengo que contar al marciano Las tres bodas de Manolita le diría que forma parte de un importante grupo de novelas que se han escrito en los últimos años para refrescar eso que se ha dado en llamar "Memoria histórica".

Hace años, mis compañeras y yo leímos varias novelas en un espacio corto: El  corazón helado de Almudena Grandes, Mala gente que camina de Benjamín Prado, El vano ayer de Isaac Rosa, curiosamente con título las tres que recordaban versos de Antonio Machado. De aquellas lecturas y las charlas posteriores, al menos a mí me entraron unas ganas enormes de saber. Mi generación y alguna más de las posteriores, sólo conocíamos una parte de la historia.

(Las dos Españas)

(Sobre los niños desaparecidos en la posguerra)



(Sucesos más recientes)
Los episodios de una guerra interminable, los tres publicados hasta ahora, aparte de proporcionarme ratos estupendos disfrutando de su lectura, me han descubierto cosas de las que no tenía ni idea y que estaban pasando, algunas, muy cerca de mí en el tiempo y en el lugar.

En los personajes de Las tres bodas de Manolita hay desánimo, afán de vivir, solidaridad, humor (hasta en los momentos trágicos), mezquindad, generosidad, traición, maldad ... y mucho amor. Muchísimo más amor del que el cura de Porlier hubiera podido imaginar cuando se lucraba firmando certificados de matrimonio falsos para los presos.

No quiero contar más cosas pero, no me resisto a recordar del capítulo de Cuelgamuros la conversación a dos bandas entre el cuento de La lechera y Robinson Crusoe. Es estupendo, me parece genial esa contraposición entre el fatalismo de uno y el razonamiento positivo del otro. Manolita no puede entender como van a construir una casa encima de un risco, en medio de un monte rodeado de nada y sin medios y Silverio le dice que es porque no ha leído Robinson Crusoe.

Manolita piensa: el cántaro de leche se me cae y se rompe y ya no hay huevos, ni pollos, ni gallinas, ni granja ni "ná de ná". Silverio: ve crecer el grano de trigo, la espiga, más espigas, la harina y el pan.
Al final el hombre, con ayuda de otros buenos hombres y "mucha maña" consigue hacer encima del risco la casa de Robinson, el nido de amor de una pareja que se ha casado tres veces, sin ser verdad ninguna. Con sus flores, su porche y su ascensor para subir las cosas pesadas.

Una gozada de lectura.
Espero que disfrutéis tanto como yo leyendo la novela
Abuela Ana

domingo, 6 de abril de 2014

Un fin de semana para recordar. Las tres bodas de Manolita.

Este fin de semana, ayer sábado, he terminado de leer Las tres bodas de Manolita, tercera entrega de Almudena Grandes de sus Episodios de una guerra interminable.

Me ha gustado mucho, igual que las dos anteriores: Inés y la alegría y El lector de Julio Verne y, además, esta novela la he disfrutado mucho más porque a los protagonistas los he reconocido como habitantes del barrio en que nací: Chamberí; del barrio que recorría a pié al salir del instituto Beatriz Galindo, cuando me fui a vivir a Prosperidad y de mi barrio actual: Arganzuela.



 

En Las tres bodas de Manolita hay varias novelas en una. Cualquiera de sus personajes principales, sus vidas, sus penas y sus - pocas- alegrías, dan para una historia completa.

No voy a contaros aquí el argumento del que se ha hablado los últimos días en todos los medios de comunicación.

A través de la historia real que Almudena incluye en varios capítulos me he enterado de cosas y he llenado alguna laguna que mis recuerdos de muy pequeña tenían.

Por la calle Santa Engracia, en la que yo nací, solían pasar allá por los años 47 ó 48 (del siglo pasado) grupos de hombres y niños -varones- que ingresaban en un edificio del número 11 de la calle, que todos conocíamos como El Patronato de Enfermos. Recuerdo haber preguntado a mi padre por su aspecto sucio y mal vestido y él me decía que eran presos liberados o familias desplazadas y cuando me parecía raro que no hubiera niñas ni mujeres entre ellos, mi padre contestaba que a ellas las enviaban a un albergue para mujeres.

Esas conversaciones con mi padre las solía cortar mi madre de raíz diciéndole que no me contara esas historias.
Cárcel de Porlier en Conde de Peñalver con Padilla (hoy renovado Colegio Calasancio)

En la novela de Almudena he encontrado muchas respuestas.

Cuando en  1970, le dije a mis padres que nos habíamos comprado un piso en el Paseo de Yeserías y que estábamos felices porque era un sitio que nos gustaba mucho, mi madre saltó enfadada y me dijo que si no había pisos en otro sitio de Madrid nada más que en Yeserías. Yo no entendía nada y sólo le contesté que eran del Ministerio de Educación y que como era una cooperativa nos salían más baratos.

Antigua cárcel de mujeres de Yeserías,(frente al Matadero del Paseo de la Chopera), hoy Centro de Inserción Social Victoria Kent 

También a este episodio le he encontrado explicación.  A mi madre no le parecía un barrio adecuado para su hija. (¡!)

La novela la he leído con "avaricia", menos mal que tengo la costumbre de releer pasado algún tiempo y vuelvo a disfrutar los libros tanto o más que la primera vez. Pero según iba avanzando me daba pena terminarla, ya estoy esperando al doctor García, próxima entrega de los Episodios.

Pienso que estas historias son el fruto de muchas horas de documentación, de largas conversaciones con la gente que aún tiene el recuerdo vivo de esos años y sobre todo que  la forma directa, sencilla y sincera con la que la autora las pone sobre el papel es lo que te engancha hasta llegar a la última página.

En mi infancia, a los niños no se nos decían las cosas claras. Había frases hechas:" hay ropa tendida", "hay moros en la costa"..., cuándo entrábamos en la habitación y entonces los mayores se callaban y cambiaban de conversación.

Creo que el conocer la verdad de todo lo que pasa a su alrededor es una manera de educar a los niños. Y en la escuela tienen que aprender la Historia de España desde Atapuerca, hasta el mes pasado. Hay que fomentar que tengan curiosidad. Y hay muchas formas para hacerlo.

No digo que la manera de conocer la historia de la posguerra sea leer las novelas de Almudena Grandes -que también-, sino que me cuesta escuchar a jóvenes de veinte años hablar de Adolfo Suárez como si estuvieran hablando de los reyes godos, por poner un ejemplo cercano.

Este sábado también he sentido una extraña sensación de bucle en el tiempo cuando me he sentado un rato a ver la televisión. Haciendo zapping me he encontrado a la vez una película de Joselito, unos niños salidos de un concurso de talentos infantiles de la canción, invitados en un programa de gran audiencia y la película Carmen la de Ronda de Sara Montiel. Y he pensado ¿en qué siglo estoy?

Ha sido un fin de semana para recordar.

Os recomiendo leer Las tres bodas de Manolita. Y a vosotros, mis chicos, ya sabéis que estoy dispuesta a contaros las batallitas de la
Abuela Ana