Me ha gustado mucho, igual que las dos anteriores: Inés y la alegría y El lector de Julio Verne y, además, esta novela la he disfrutado mucho más porque a los protagonistas los he reconocido como habitantes del barrio en que nací: Chamberí; del barrio que recorría a pié al salir del instituto Beatriz Galindo, cuando me fui a vivir a Prosperidad y de mi barrio actual: Arganzuela.
En Las tres bodas de Manolita hay varias novelas en una. Cualquiera de sus personajes principales, sus vidas, sus penas y sus - pocas- alegrías, dan para una historia completa.
No voy a contaros aquí el argumento del que se ha hablado los últimos días en todos los medios de comunicación.
A través de la historia real que Almudena incluye en varios capítulos me he enterado de cosas y he llenado alguna laguna que mis recuerdos de muy pequeña tenían.
Por la calle Santa Engracia, en la que yo nací, solían pasar allá por los años 47 ó 48 (del siglo pasado) grupos de hombres y niños -varones- que ingresaban en un edificio del número 11 de la calle, que todos conocíamos como El Patronato de Enfermos. Recuerdo haber preguntado a mi padre por su aspecto sucio y mal vestido y él me decía que eran presos liberados o familias desplazadas y cuando me parecía raro que no hubiera niñas ni mujeres entre ellos, mi padre contestaba que a ellas las enviaban a un albergue para mujeres.
Esas conversaciones con mi padre las solía cortar mi madre de raíz diciéndole que no me contara esas historias.
Cárcel de Porlier en Conde de Peñalver con Padilla (hoy renovado Colegio Calasancio) |
En la novela de Almudena he encontrado muchas respuestas.
Cuando en 1970, le dije a mis padres que nos habíamos comprado un piso en el Paseo de Yeserías y que estábamos felices porque era un sitio que nos gustaba mucho, mi madre saltó enfadada y me dijo que si no había pisos en otro sitio de Madrid nada más que en Yeserías. Yo no entendía nada y sólo le contesté que eran del Ministerio de Educación y que como era una cooperativa nos salían más baratos.
Antigua cárcel de mujeres de Yeserías,(frente al Matadero del Paseo de la Chopera), hoy Centro de Inserción Social Victoria Kent |
También a este episodio le he encontrado explicación. A mi madre no le parecía un barrio adecuado para su hija. (¡!)
La novela la he leído con "avaricia", menos mal que tengo la costumbre de releer pasado algún tiempo y vuelvo a disfrutar los libros tanto o más que la primera vez. Pero según iba avanzando me daba pena terminarla, ya estoy esperando al doctor García, próxima entrega de los Episodios.
Pienso que estas historias son el fruto de muchas horas de documentación, de largas conversaciones con la gente que aún tiene el recuerdo vivo de esos años y sobre todo que la forma directa, sencilla y sincera con la que la autora las pone sobre el papel es lo que te engancha hasta llegar a la última página.
En mi infancia, a los niños no se nos decían las cosas claras. Había frases hechas:" hay ropa tendida", "hay moros en la costa"..., cuándo entrábamos en la habitación y entonces los mayores se callaban y cambiaban de conversación.
Creo que el conocer la verdad de todo lo que pasa a su alrededor es una manera de educar a los niños. Y en la escuela tienen que aprender la Historia de España desde Atapuerca, hasta el mes pasado. Hay que fomentar que tengan curiosidad. Y hay muchas formas para hacerlo.
No digo que la manera de conocer la historia de la posguerra sea leer las novelas de Almudena Grandes -que también-, sino que me cuesta escuchar a jóvenes de veinte años hablar de Adolfo Suárez como si estuvieran hablando de los reyes godos, por poner un ejemplo cercano.
Este sábado también he sentido una extraña sensación de bucle en el tiempo cuando me he sentado un rato a ver la televisión. Haciendo zapping me he encontrado a la vez una película de Joselito, unos niños salidos de un concurso de talentos infantiles de la canción, invitados en un programa de gran audiencia y la película Carmen la de Ronda de Sara Montiel. Y he pensado ¿en qué siglo estoy?
Ha sido un fin de semana para recordar.
Os recomiendo leer Las tres bodas de Manolita. Y a vosotros, mis chicos, ya sabéis que estoy dispuesta a contaros las batallitas de la
Abuela Ana
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