Preparadas en bandejas, nos ofrecen la posibilidad de comprar las de las tres modalidades más conocidas y, en algunos establecimientos, también la menos extendida: la francesa.
Surtido de rosquillas |
No nos vamos a engañar, rosquillas se hacen en todas partes. Creo que desde los romanos pero en esto voy sólo de oído. Seguro que hay tantas teorías como redondelitos de masa.
Cuando yo era muy pequeña, en la verbena de San Isidro y en algunas panaderías había puestos de venta de rosquillas con el llamativo anuncio de que eran ROSQUILLAS DE LA TIA JAVIERA, esta denominación de origen tenía su importancia porque era garantía de buena calidad.
Al parecer la Tia Javiera era una vendedora, para algunos cronistas oriunda de Villarejo de Salvanés y para otros de Fuenlabrada, que recorría la Pradera de San Isidro el día de la romería, ofreciendo "ristras" de rosquillas ensartadas en cuerda de bramante. Llevaba de las tres clases: las tontas, las listas y las de Santa Clara.
Las rosquillas se hacen todas con la misma masa a base de harina, huevos, aceite, azúcar, y aguardiente o canela para reforzar el sabor. Se amasan y se cuecen en horno de panadería.
Rosquillas tontas |
La diferencia está en el recubrimiento final. Las tontas sólo las pintaba con huevo batido; las listas eran las que estaban bañadas en un sirope hecho con azúcar, zumo de limón y huevo batido que les daba el color amarillo al secar (por dentro están como emborrachadas) y, por último, las de Santa Clara que están bañadas (dos veces) en merengue de clara de huevo y azúcar que al secar las recubre de una pasta blanca y dura.
Rosquillas listas |
Podéis imaginar la cantidad de puestos con el cartel de "rosquillas de la Tia Javiera" que fueron apareciendo, tantos que hasta coplillas se hicieron en la época:
"Pronto no habrá, ¡miré usted! en Madrid duque ni hortera
que con la tía Javiera, emparentado no esté"
Rosquillas de Santa Clara |
Listas, tontas, francesas y de Santa Clara |
Menos típicas, pero no menos ricas, son las llamadas francesas que están recubiertas de un baño de almendra picada y azúcar.
Ahora ya solo queda darse un paseo hasta la pastelería y poner en la mesa las que más nos gusten para disfrutar de un dulce rico rico y muy madrileño.
Mis favoritas; la francesa me gusta menos. |
¡Me olvidaba de un detalle!. Como son horneadas, tienen menos calorías que las rosquillas normales que se frien en abundante aceite.
Ya me contaréis...
Abuela Ana
Yo siempre he sido de listas...
ResponderEliminarMañana haré un estudio de mercado en las pastelerías del barrio a ver cuál es menos robo a mano armada y compro de las listas...
Listas y Nespresso, estás invitada ;-)