domingo, 6 de mayo de 2012

Primer domingo de mayo. Mi madre

Desde hace bastantes años el primer domingo de mayo se celebra el Día de la madre. Cuando yo era niña este día se celebraba el día de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre. Creo que el cambio de fecha se hizo para desvincular esta celebración de las fiestas religiosas.

Hoy quiero escribir sobre mi madre. Para vosotros, mis chicos, una de vuestras bisabuelas. Creo que tenéis que conocer lo más posible de vuestra familia porque es importante saber cuales son nuestras raices.

Mi madre se llamaba Maria José y nació muy al principio del siglo XX, en 1903. Cuando yo nací ella tenía 40 años, y otra hija que ese día cumplía los 10. Yo siempre la vi con el cabello blanco porque nunca quiso teñirse y siempre tuve la sensación de que mi madre era "muy mayor" en comparación con las madres de mis compañeras de clase.
María José era la cuarta de cinco hermanos, cuatro chicas y un chico. Por su especial habilidad con la aguja y el hilo, desde muy niña estuvo dedicada a bordar, en el convento de las Hermanas de la Caridad de su pueblo, Bailén, donde se confeccionaban los ajuares de las hijas casaderas de los terratenientes de la zona. Creo que en algún momento incluso pensó en quedarse en el convento como novicia, pero la vocación no debió ser muy profunda y prefirió mantener catorce años de noviazgo de los de "hola y adiós" con su primer novio, que fue mi padre. Se casaron en 1931.


(La fotografía no tiene fecha, pero lleva una dedicatoria: "a mi apreciable Paco", luego aún estaba soltera)
 En 1940, el matrimonio con una niña de 7 años dejó su tierra, su trabajo y su familia y buscó una vida nueva en la capital, en Madrid. Aquí nací yo tres años más tarde.

Mi madre fue una mujer que desde el primer momento tuvo claro que sus hijas tenían que estudiar y tener una buena formación, hasta donde fueran capaces de llegar. También tuvo claro que ocuparían un puesto en el mundo laboral.

En mis recuerdos de estudiante está mi madre siempre a mi lado. Unas veces guardando todos mis cuentos y tebeos en un cajón, durante el curso, para evitar distracciones. (Con mi consiguiente enfado). Otras echándome una mano en las interminables labores de las asignaturas de Formación del Hogar, aunque me ayudaba a aprender a hacerlas para cuando me hiciera falta y, siempre siempre, sentada cerca de mi en las horas de deberes y estudio, dedicada a sus cosas pero pendiente de que yo aprovechara bien el tiempo.

Quizá por los tiempos que le tocaron vivir, mi madre no era una mujer especialmente alegre. Como muchas mujeres en la postguerra fue muchos años vestida de luto y se acostumbró a no usar colores vivos en su ropa. No le gustaba mucho salir y excepto a la iglesia, los domingos, que nos llevaba ella,  mis paseos y visitas a parques, verbenas, etc. siempre fueron en compañía de mi padre.

Sí fue una madre a tiempo completo. Ella siempre estaba allí cuando la necesité. Era capaz de pasar una noche entera terminando de coser un vestido para que pudiera estrenarlo o terminando de tejer una chaqueta para el Domingo de Ramos. Le gustaba que sus hijas siempre estuvieran bien guapas.

Me enseñó a dar, me enseñó a respetar, me enseñó a valorar las pequeñas cosas que me rodeaban. También me enseñó a que lo que se consigue con esfuerzo es mucho más gratificante.

Según me fuí haciendo mayor claro que tuve desencuentros con ella, pero siempre encontrábamos algún camino para salir del problema. Eran años en los que las normas había que cumplirlas, sobre todo las chicas, y los horarios y las salidas y la ropa que te ponías y la gente con la que te juntabas... Todo se miraba con lupa y a veces era un pelín asfixiante.

Por supuesto que hay miles de cosas más que podría contaros de la bisabuela María José, pero estos son los recuerdos de cuando yo tenía  más o menos la edad que tenéis la mayoría de vosotros ahora.

En este primer domingo de mayo, GRACIAS MADRE,  por enseñarme el camino de la vida.
Abuela Ana

1 comentario:

  1. Por la parte que me toca, de la abuela que no conocí, también me gusta saber éstas cosas.
    Quizá no estaría mal volver a hacer un poco las cosas como antes... al menos la parte de pasar más tiempo y acompañar más a los hijos. Creo que vivimos demasiado rápido y nos perdemos demasiadas cosas.
    Yo voy a tratar de perderme lo justo :-)

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