sábado, 24 de marzo de 2012

De turismo familiar. Sensaciones desde Colonia

El último y largo fin de semana he estado haciendo turismo familiar en Alemania.

Mi hijo mayor y su familia viven en Colonia desde hace mucho tiempo y a veces voy a visitarlos. Esta vez no he ido yo sola, lo he hecho con otro de mis hijos y su familia.

En otras ocasiones, desde hace años, me han ido enseñando los lugares más característicos de la ciudad, así que en este viaje, con mis nietos, nos hemos dedicado a pasear y a disfrutar de unos bonitos días de la incipiente primavera.

Yo no soy muy aficionada a viajar por viajar. Soy como los gorriones que vuelan bajito y no salen de su barrio. Además como el abuelo Juan, por trabajo, viajaba mucho y era un narrador estupendo, a veces pienso que hay sitios que conozco aunque nunca haya puesto un pie en ese lugar.

De Colonia me he traído "sensaciones":

- La visión de la imponente Catedral desde el puente del ferrocarril.

- Descubrir en una pequeña calle una tienda de juguetes de madera y toda clase de cachivaches que me recordó el taller de Geppetto, el padre de Pinoccio.


- Escuchar, sentada en una placita, a un cuarteto de músicos callejeros que interpretaban, estupendamente, música de Bach.
- Pasar por un mercadillo en el que hay tantos puestos de flores como de frutas y de dulces.

- Entrar en la Catedral y disfrutar de la luz de la nave central a través de las preciosas vidrieras y seguir, mirando hacia arriba, el bosque de columnas que se cruzan como ramas de enormes palmeras en la bóveda.
- Sentir la emoción cuando, a las doce de la mañana, empieza a sonar el órgano en la iglesia, prácticamente vacía, porque a los turistas los invitan a salir a la calle para que no se interrumpa el oficio religioso.


-Tomar un aperitivo en un lugar típico, a orillas del Rhin, viendo como suben y bajan el rio las enormes barcazas cargadas de todo tipo de mercancías. Y los barcos para pequeños cruceros.


- Disfrutar de la mezcla de olores de las cocinas alemana, turca, italiana... al pasar por las calles empinadas (afortunadamente en Colonia hay pocas cuestas) que bajan hasta el muelle del río. Ese barrio que se inunda cuando el Rhin va crecido.

- ¿Cómo explicar a mi nieto Juan, de ocho años, qué es El relicario de los Reyes Magos?, el atractivo turístico de la Catedral.

- Intentar entender, yo, por qué a Marta, con doce años, lo que más le interesa es dónde está la calle comercial y las tiendas para hacer compras.


- Compartir una rica comida, preparada por mi hijo en su casa, y una agradable sobremesa.

Y, la sensación más bonita que he traído de este, y otros viajes anteriores a Colonia, es el contacto con mi nieto de allí, con Jan, sus tímidos besitos al darme las buenas noches o su despedida cuando se marcha al colegio. También he visto sus trabajos, las fichas de clase, sus manualidades y me ha hecho muchísima ilusión ver las cosas que ya sabe hacer. Mi nieto Jan tiene nueve años y es autista.

De vuelta en casa, saludos de
Abuela Ana

2 comentarios:

  1. Hay que salir de vez en cuando del barrio y ver cosas nuevas. A veces cuesta arrancarse pero al final siempre merece la pena.
    El próximo viaje a Alemania a ver si lo haces con tu nieta la pequeña. Tiene muchas ganas de conocer al primo Jan y de darse paseos por otros ríos...

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