Yo pienso que ni los hombres ni las mujeres nos jubilamos nunca, mientras podamos hacer cosas que nos gusten y podamos ayudar a quien nos necesite.
Pero desde mi experiencia, si quiero decir que para mi lo más importante a lo largo de los años vividos ha sido el respeto. Esa palabra que puede parecer rancia ó anticuada pero que es la base de las relaciones humanas.
Las mujeres debemos hacernos respetar desde la escuela, en el instituto, en el noviazgo (esto si que suena antiguo), en la relación de pareja, en el trabajo y en cualquier situación que nos coloque la vida. Que nadie tome decisiones importantes por nosotras ni nos obligue a hacer lo que no deseamos. Por supuesto, esto del respeto, es algo que funciona en dos direcciones y hay que tenerlo en cuenta.
Esta mañana, al abrir el correo he encontrado los buenos días de mi amiga Maruja que me ha enviado unos versos, intensos, que con su permiso voy a copiar aquí:
...Demasiadas mujeres
en demasiados lugares
hablan el mismo lenguaje
del silencio....
Yo sólo quiero olvidar
las penas del silencio de mi abuela.
Y ya metidos en poesía, quiero recordar otro poema precioso que nos trajo nuestro profe del taller de literatura, Antonio, hace unos años, nos lo hizo leer a una detrás de otra (éramos unas veinte mujeres) y estoy segura de que a través de esa lectura fué conociéndonos un poquito más.
Era blanca la boda: un milagro
de espuma, de azahar y de nubes.
Cenicienta esperaba.
Las muchachas regaban cada día
los frágiles cristales de su himen.
Blancanieves dormía.
Al galope
un azul redentor doraba la espesura
y la Bella Durmiente erguía su mirada.
Las vestales danzaban. Y las viejas mujeres,
en las noches de invierno,
derramaban sus cuentos de guirnaldas,
de besos y de príncipes.
Era largo el cabello, eran frías las faldas
por las calles de hombres.
Las fotos de las bodas
irradiaban panales de violines
y era dulce ser cóncava
para el brazo tajante y musculoso.
La boda les cantaba por el cuerpo
como un mar de conjuros.
Y a la boda se fueron una tarde
con su mística plena. Y cambiaron
la hora de su brújula
por el final feliz de los cuentos de hadas.
Juana Castro (1945, del poemario Cóncava mujer, 1978)
Feliz Día de la mujer.
Abuela Ana
Con un día de retraso te leo. Ayer ni tiempo tuve.
ResponderEliminarRespeto es algo que espero que mi peque sepa tener y sepa ganarse... Sí que parece pasado de moda... Y así nos va.
Y respeto por una misma.
Tengo fe en las nuevas generaciones... Yo voy a poner todo de mi parte.
Besos!